LA DESPEDIDA DE UN BUEN PÁRROCO Y UN CURA BONDADOSO

D. Baldomero Rodríguez se despide 
de la parroquia de Sta. Catalina (Majadahonda - Madrid)

El pasado domingo, día 19 se despedía de la parroquia D Baldomero Rodríguez. Había servido a la comunidad parroquial de Sta. Catalina Mártir en Majadahonda-Madrid, durante más de 30 años. Baldomero es un buen párroco y un cura bonachón y experimentado. Comenzó su actividad en Palomeras, cuando aquella barriada obrera de Madrid estaba formada por humildes casitas (evolución de unas primeras chabolas), que albergaban a castellanos, andaluces y extremeños, transportados a Madrid por un desarrollo industrial incipiente. Desde los años 80 ejerció como párroco en Majadahonda. Es decir, vió también como este pueblo  se transformaba en una zona residencial para quienes buscaban unas condiciones de vida más tranquilas que las que ofrecían las bulliciosas barriadas de Madrid.

Baldomero es un cura de los que en España vivió y construyó el posconcilio. Viste sencillamente, es cercano a la gente y atento a la problemática social de la parroquia. Entiende que la Iglesia es una comunidad en la que todos, sacerdotes, religiosos y laicos tenemos un papel activo. En su haber está el haber formado una parroquia participativa en la que se espera que los laicos digan algo más que "amén". Se ha preocupado de su formación teológica y se ha mantenido actualizado con lecturas y participación en cursos. Y no olvidaba nunca el encuentro semanal con otros compañeros sacerdotes y los ejercicios espirituales anuales.

Hace algunos años había muchos sacerdotes como Baldomero. Hoy van quedando menos. En las parroquias de Madrid comienzan a ser sustituidos por otros sacerdotes de otro estilo. Suelen vestir ropa clerical, son puntillosos en la corrección litúrgica, y más celosos en la diferencia entre sacerdotes y laicos.

No soy ningún nostálgico del pasado, y sé que hoy vivimos otro momento socio-religioso en el que quizás haya que acentuar la presentación de las señas de identidad. Me parece bien que en ocasiones los sacerdotes vistamos con ropa clerical, y todos deberíamos celebrar con más solemnidad la liturgia. Pero todo ello tiene que tener siempre como horizonte lo que la generación de D. Baldomero tenía muy claro: el servicio a la gente y a sus necesidades; la atención y el cuidado pastoral de la comunidad. la profundización en el evangelio. Sin este  horizonte todo lo otro podría ser una mecánica vacía, o lo que es peor, esconder apetitos ocultos de dominación y distinción personal.

Como sacerdote y colaborador en alguna de las tareas de la parroquia de Sta. Catalina, estoy agradecido a D. Baldomero por su cordialidad y acogida fraternal. Y le doy las gracias por ser de esos curas que nos recuerdan lo fundamental de un sacerdote: el servicio. Gracias Baldomero y disfruta de tu jubilación. Te la tienes merecida

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